miércoles, 19 de octubre de 2011

Pecado capital

Voy a hacer una confesión ahora mismo, para que después no se me tache de cínica: con mucha frecuencia peco de envidiosa.
No de envidiarle la ropa linda a alguien, o el mega auto de otro: envidio el talento ajeno.

Mi lista de los Top Ten chilenos está encabezada por Francisco Javier Olea, a quien sinceramente considero un portento nacional. Y desde hace meses, sigo con un ojo atento a Alfredo Cáceres, que me gusta cada vez más.

Pero lo que no había descubierto -y que me ha llenado de desasociego- es que en mi ignorancia había pasado por alto una lista bastante importante de ilustradores nacionales que han aparecido, al parecer, en estos años en que yo viví fuera de Chile.
¿De dónde salieron?
¿Por qué son tan jóvenes y tan buenos?
(Y una vez más, me pregunto: ¿por qué no hay una Asociación de Ilustradores Chilena? ¿Por qué en este país los ilustradores no tienen derechos autorales, como en todas partes del mundo?)

Como muestra, un botón:

La frescura y el agudo sentido del humor (bastante caradura) de Bernardita Ojeda.

El virtuosismo de Alfredo Cáceres.

Los colores de Loreto Salinas.


La composición de Raquel Echeñique.

Lo poético de Carmen Cardemil.

A un lado he agregado un nuevo menú con sus nombres, para quien, como yo, quiera ver más.

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